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lunes, 5 de octubre de 2009

La guerra en Colombia no es porque haya pobreza, sino porque hay riqueza

La guerra en Colombia no es porque haya pobreza,
sino porque hay riqueza

claves para entender el conflicto en Colombia y América Latina

Carlos Obando entrevista a Héctor Mondragón

El recién elegido y posesionado presidente de La Republica de Colombia, país suramericano, Alvaro Uribe Vélez, llegó a este cargo después de ganar las elecciones con un 53% de la votación en segunda vuelta. Los análisis de porqué un candidato de derecha gana estas elecciones en un país que históricamente ha votado por el centro, políticamente hablando, parece ser que tiene que ver con su principal propuesta planteada en su programa de gobierno y utilizada como caballito de batalla en su camino a la presidencia del país: combatir a la guerrilla militarmente.

La diferencia con el anterior gobierno que planteó una negociación política al conflicto armado, pero que a la postre dejó más desencanto que logros parece ser también el cambio de actitud de una mayoría de la población colombiana. Uribe Vélez ha venido articulando una política para la guerra contra la guerrilla que sorprende cada vez más a los colombianos. Lo primero que hizo una vez presidente, fue crear un nuevo impuesto que recaudará dos billones de pesos para operaciones militares, conformar un ejercito de un millón de informantes civiles que ayudarán a cuidar las carreteras, asediadas desde hace unos años por las guerrillas, y finalmente en las últimas semanas su iniciativa más polémica que todas las anteriores tiene que ver con armar a miles de campesinos en la ancha geografía colombiana.

Para muchos ésta decisión es el primer paso hacia una sangrienta guerra civil,
pues estos campesinos, jóvenes en su mayoría, vivirán en sus casas y continuarán con sus actividades de estudio o trabajo, pero tendrán entrenamiento militar, aunque menos especializado que el del resto de la tropa. Cuidarán puentes o infraestructura de su zona y adelantarán labores de inteligencia. La guerra de Uribe contra la guerrilla tiene dos focos de atención: uno es la lucha contra el narcotráfico y el otro es el control del territorio. El gobierno apunta a recuperar para el Estado el territorio perdido en los últimos años por el crecimiento acelerado de las guerrillas colombianas y el recrudecimiento de las acciones militares que han desplazado cerca de dos millones de campesinos de sus tierras.

El futuro de esta guerra está definido y cada vez la estrategia es más consecuente. El país salió de su etapa de negociación y salida política de la guerra y eligió a un presidente que cree que la apuesta militar es la vía más clara y rápida para dirimir el conflicto colombiano. La pregunta hoy en Colombia y en Latinoamérica, puesto que esto afecta al resto de países del continente, es si esta nueva táctica conducirá a la solución definitiva de este conflicto o peor aún hacia su agudización.

Para hablar de este tema que tiene a Colombia en un momento histórico y que es un país estratégico para los intereses directos de los Estados Unidos en el continente, entrevistamos a Héctor Mondragón en su paso por Barcelona, después de haber asistido al foro antiglobalización en Florencia como expositor por Latinoamérica. Mondragón es colombiano y un agudo analista del conflicto social y armado colombiano. Economista y experto en comunidades campesinas e indígenas, ha trabajado como asesor del Consejo Nacional Indígena y del Consejo Nacional Campesino de Colombia. Su lucha civil y permanente por el reconocimiento de las conquistas de los campesinos e indígenas colombianos en toda su historia, lo tiene amenazado de muerte y lo ha obligado a refugiarse en años anteriores fuera del país.

Pregunta: ¿Se ha planteado que en Colombia el conflicto armado tiene su origen en la enorme desigualdad que existe en la distribución y posesión de la tierra. Qué tiene de cierto esta tesis?

Héctor Mondragón: La tierra es históricamente la base de subsistencia y permanencia de las comunidades. No es simplemente un componente productivo, sino también, el elemento del cual deviene la vida de las comunidades. El conflicto armado está generando desarraigo y desplazamiento en las comunidades rurales, porque la dinámica de la guerra los está obligando por miedo o terrorismo a dejar sus comunidades y venirse a la ciudades. También obedece este fenómeno a que no sólo en Colombia, sino también, en todo el continente hay una serie de megaproyectos con intereses de los norteamericanos y de trasnacionales europeas que quieren obligar a las comunidades a salir de sus territorios tasando sus tierras en un valor comercial. Se desconoce las garantías conquistadas por las comunidades en sus territorios, sobre todo indígenas, que por siglos han resistido el embate de colonizadores venidos de diferentes lugares e intereses.
Las personas que concentran la propiedad de la tierra en Colombia son apenas cinco mil y para ellos no interesa la tierra como factor productivo sino únicamente como dinero. Suben de precio por su ubicación cercana a estos megaproyectos y no se expropia para cultivarla, sino para acelerar un proceso de destrucción de la agricultura y luego especular con ellas y venderlas a estos megaproyectos petroleros, como el caso de Repsol o de carreteras intercontinentales o canales fluviales o marítimos. En conclusión la guerra en Colombia no es porque haya pobreza, sino porque hay riqueza y todo lo que esté cerca de estos intereses, generalmente de transnacionales, es convertido en objetivo de guerra.

PR: Cuál es el objetivo de la guerra en la Colombia de hoy?

HM: El objetivo de la guerra es desplazar a la gente, sacarlos de su territorio y se lo propone específicamente con diferentes pretextos. Hoy el pretexto es el narcotráfico, la guerra contrainsurgente, la lucha contra el terrorismo, y no es que estas cosas no existan, existen, pero se utilizan como pretextos para sacar a la población civil de las áreas que las quieren desplazar. En la visión economicista del neoliberalismo hay una rentabilidad, no desde la sociedad, sino desde el punto de vista de los inversionistas. Lo que no es rentable a la inversión trasnacional se considera población inviable y por tanto se utiliza la estrategia del desplazamiento. El mapa del conflicto armado en Colombia, esto ya se ha demostrado, coincide con el mapa de los territorios en los que hay grandes proyectos de inversión.

PR: A que juegan los actores armados en este conflicto?

HM: Yo creo que los actores armados que son la guerrilla y el poder tradicional con sus diferentes formas de acción, una de ellas es el paramilitarismo, conectado a los grandes terratenientes y emporios económicos tiene la misión de “romperle el espinazo al sindicalismo”, una frase utilizada hace un par de años por el FMI (Fondo Monetario Internacional), para referirse al problema colombiano. Basta ver los 183 sindicalistas asesinados el año pasado en Colombia, es una cifra que demuestra que se le está rompiendo el espinazo a los trabajadores en Colombia y se le está rompiendo a balazos. Esos paramilitares que han asesinado estos sindicalistas son funcionales a ese interés del FMI y eso lo podemos ver en sectores que se han resistido a la privatización como es el caso de las hidroeléctricas, o del petróleo en el que los trabajadores no han permitido que se privatice y por eso ponen todos los días muertos y son asesinados cada día dirigentes petroleros. El caso de la salud y de los maestros es igual, una violencia que funciona en beneficio de la privatización de los grandes recursos y proyectos. En cuanto a la guerrilla, hay que decir que surge como una propuesta espontánea de los campesinos del 50, con dos ideas: la primera conservar la vida de las masacres de liberales y conservadores y la segunda vengarse. Hoy la guerrilla recluta a jóvenes y mayores, los primeros porque ven en la guerrilla la posibilidad de vengarse de las masacres de los paramilitares y del mismo Estado y los segundos porque no quieren irse a la ciudad a pedir limosna que es el único camino que tienen. Esto ha ido creciendo la guerrilla considerablemente.

PR: Otro factor adicional del conflicto es el narcotráfico. Cómo analiza esto en la guerra?

HM: Yo no creo que sea un factor adicional, creo, mas bien, que es un factor propio de este conflicto. Los colonos empezaron a cultivar un producto que se ha convertido en el producto central de la agricultura nacional, cosa que ya había pasado con otros como el café en otra época. Aquí se repite la historia; el campesinado se va a la zona de colonización y encuentra que hay un producto cultivable y rentable a diferencia del café que dejó de serlo hace tiempos por intereses de multinacionales. La mafia en Colombia no cultivaba, los cultivos grandes de gente que al mismo tiempo comercia la cocaína son recientes y son una estrategia de los paramilitares para financiarse. El campesino que cultivaba la coca no es el que se lucra de la cadena comercial. Los cálculos económicos del negocio dicen que por cada dólar que recibe el campesino propietario de la tierra y el campesino raspachin que es quien recoge la hoja de coca, la mula (quien lo lleva a Estados Unidos) recibe 2 dólares y la mafia local que controla el negocio recibe 17 dólares, pero la mafia de Estados Unidos que lo distribuye en las calles recibe 40 dólares. La guerrilla recibe un apoyo de los colonos y les cobra a los narcotraficantes lo que ellos llaman vacuna, allí donde tienen control territorial, y entonces aparece una lucha por dominar estos territorios del circuito del narcotráfico donde los paramilitares y la fuerzas del Estado participan de forma directa. Hay una disputa a muerte por estos territorios y el flujo de dinero que se genera. Estados Unidos tiene interés en el negocio no porque su política que enuncia sea la de proteger a sus ciudadanos del consumo de drogas y por la que tiene una lucha radical contra la droga, sino porque es un elemento del poder económico y le interesa coger toda la cadena productiva para revertirlo en el conflicto. En la practica de la guerra, Estados Unidos no está en contra del tráfico de drogas, sino del control que la guerrilla puede tener sobre el negocio que lo utiliza como forma de financiación de la guerra

PR: Cómo afecta este conflicto colombiano a toda América Latina?

HM: Estados Unidos está tratando de imponer el ALCA, que es un tratado unilateral y de libre comercio entre ese país y Latinoamérica. Si se impone este tratado golpearía a toda la industria agrícola del continente y significaría una liquidación total de ésta, y sólo quedarían algunos productos que no se producen en América del Norte y que les interesa que se siembre como es el caso de la palma africana. Incentivarían cultivos del trópico con bajísimos aranceles que comercializarían sus trasnacionales y el resto de los productos quedarían liquidados. El gobierno colombiano es completamente abierto a Estados Unidos y expresa la decisión de acogerse a los planes de comercio desigual de las trasnacionales y de Estados Unidos. Brasil y Venezuela son los únicos países que no le juegan al ALCA tal y como lo expone los americanos y ya empiezan a sentirse movimientos sociales y campesinos fuertes en otros países manifestándose en contra de este tratado como Ecuador, por ejemplo. Con el triunfo del candidato Lula en las últimas elecciones en Brasil empiezan a gestarse con Venezuela relaciones que preocupan a Estados Unidos, por eso la campaña de descrédito mediático con el presidente Hugo Chávez es tan fuerte hoy, porque él ha sido un abanderado en América Latina de renegociar los tratados comerciales con los americanos. El peligro que hoy existe es que si estas alianzas son exitosas se pararía el ALCA y el conflicto armado colombiano sería, entonces, el pretexto para una intervención militar en Suramérica para imponer el ALCA por la vía militar y del chantaje como ya está ocurriendo con Colombia a quien senadores americanos amenazan con recortar el presupuesto y de bloquear económicamente al país si atiende las alianzas que hoy gestan Brasil y Venezuela. En resumen, sí el neoliberalismo llegó a América Latina en las botas de Pinochet, el ALCA quiere llegar en los helicópteros del plan Colombia.


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